Su filosofía y su creadora María Montessori
El Método Montessori no es una moda, como muchos piensan ahora, ni una educación de élite. El Método Montessori tiene ya muchos años, de hecho, este 2020 se ha celebrado el 150 aniversario de nacimiento de su de su creadora, María Montessori.
Por lo tanto, el Método Montessori es una pedagogía científica que se centra en un profundo respeto y admiración hacia la infancia, basada en la observación integral del niño y la experimentación sensorial.
María Montessori (Italia, 1870-1952) estudió ingeniería, pedagogía, psicología, psiquiatría, filosofía, antropología y biología. Era un auténtico prodigio y gran mujer, adelantada para la época que le tocó vivir, donde tuvo que luchar ante grandes obstáculos para poder estudiar y trabajar. Recordemos esa época: un profundo machismo que impedía a las mujeres trabajar, guerras, hambre, etc. De hecho os recomiendo que si os interesa su vida, busquéis sus libros o bien veáis la película “Una vida dedicada a los niños”, disponible en Youtube.
María Montessori empezó trabajando con niños con NEE (Necesidades Educativas Especiales) que en aquella época se les “desahuciaba” como estudiantes y estaban internados en “manicomios”. Ella demostró con su método, que el potencial de estos niños a los que en aquella época recibían la categorización médica de “idiotas”, iba mucho más allá. Imaginad su esfuerzo y dedicación, ya que llegó a conseguir que pasaran las pruebas estandarizadas de 6º de Primaria de aquella época.
Por tanto, la filosofía Montessori va mucho más allá de un método educativo, por eso muchos padres hemos encontrado al integrar este método dentro de nuestra educación en casa, que se producen cambios profundos en nuestro estilo de crianza, ya que la mirada hacia el niñ@ se transforma por completo.
Los tres puntos clave de la Filosofía Montessori
La observación del niño y sus periodos sensibles
1. El niño
Al niño se le observa desde un punto holístico, integral. Se confía en el él, se le da la oportunidad de aprender a su propio ritmo y en base a sus intereses. Se le permite el error, ya que a través de él aprende. El error es positivo.
Mente absorbente
Un concepto muy importante es el de Mente absorbente. María Montessori ya dedujo a través de su observación que los niños adquieren la mayor parte de estos conocimientos sin grandes esfuerzos y sin que se les enseñe de una forma “autoritaria o instructiva”. Aprenden jugando, observando, sintiendo… VIVIENDO.
Hoy sabemos que con esto se refería a lo que hoy la neurociencia ha demostrado y se conoce como plasticidad cerebral en la infancia. El cerebro infantil, especialmente de los 0-6 años, asimila toda la información que recibe, de forma continua e indiscriminada, sin esfuerzos y sin pausas. Un modo de aprendizaje es muy distinto al que empleamos los adultos.
"Nosotros somos recipientes; las impresiones se vierten en nosotros, y nosotros las recordamos y las tratamos en nuestra mente, pero somos distintos de nuestras impresiones, como el agua es distinta del vaso. El niño experimenta en cambio una transformación: las impresiones no sólo penetran en su mente, sino que la forman. Éstas se encarnan en él. El niño crea su propia «carne mental», utilizando las cosas que se hallan en el ambiente. A este tipo de mente la hemos llamado Mente Absorbente". María Montessori
Los períodos sensibles
Otro concepto clave en el aprendizaje del niño son los Períodos sensibles. Éste es el nombre que la Dra. Montessori puso a los períodos de la edad en que el niño demuestra capacidades inusuales en adquirir habilidades particulares, atrayendo un interés enorme hacia él. Por ejemplo: cuando aprende a subir y bajar escalones y no para de hacerlo, cuando se produce la explosión del lenguaje y es una verborrea continua, cuando todo lo que tiene a su alcance lo ordena en filas, etc.
Son momentos en los que comienzan a mostrar un gran interés en ciertas actividades, de manera natural y espontánea. Lo hacen porque, exactamente en ese instante, su cerebro se encuentra en el punto exacto para adquirir las habilidades relacionadas con esas tareas, en un corto espacio de tiempo.
Por tanto, es muy importante como padres o educadores, observar en qué periodo de sensibilización está el niño, ya que durante ese periodo la sensibilidad responde en especial a ciertos aprendizajes.
Así, los períodos sensibles:
1. Son transitorios e irrepetibles. Tienen un tiempo específico para manifestarse, suceden una vez en la vida. Si el ambiente es pobre de estímulos, desaparecerá el período y el niño no habrá podido aprovechar su potencial. Son ventanas de oportunidad que no debemos desaprovechar.
2. Son universales: los logran todos los niños independientemente de su origen y su cultura. Todos pasan por ellos de una forma aproximada.
3. Son inconscientes. Trabajan en la mente del niño mucho antes de que veamos evidencia externa de la actividad. Los niños aprenden de forma muy sencilla, sin que les cueste trabajo.
Existen varias clasificaciones de los períodos sensibles, pero una de las más conocidas es la siguiente:
- Refinamiento de los sentidos
- Refinamiento del movimiento
- Orden
- Lenguaje
Sin embargo, lo más importante como padres, no es tanto estar pendiente a la clasificación, sino observar las señales que nos da el niño sobre sus intereses en cada etapa para poder acompañarle y estimularle.
2. El ambiente preparado
Un ambiente especialmente preparado ayudará a que los niños y niñas tengan muchas oportunidades de aprender.
Muchas escuelas ya están adaptando pequeños cambios en los ambientes que van en esta dirección. Como los famosos “rincones” en Educación Infantil. Otras escuelas están homologadas como Escuelas Montessori, pero son las mínimas, y normalmente privadas y a precios poco asequibles.
Pero este ambiente se puede aplicar tanto en la escuela como en casa. La idea es preparar un espacio lo más atractivo posible para el niño y así aprovechar todo su potencial.
Los materiales Montessori (tengo que confesar que soy Fan absoluta) son una ingeniería perfecta. Tras esa sencillez y belleza que poseen, hay un desarrollo pedagógico con un fin muy concreto.
Podemos clasificarlos en tres tipos:
• Materiales sensoriales: ayudan al niño a integrar el aprendizaje recibido a través de los sentidos: color, temperatura, sabor, tamaño, peso, sonido.
• Materiales de la vida práctica: son materiales en su tamaño infantil, pero herramientas reales que reflejan el trabajo que se hace en la casa o en la sociedad (barrer, poner la mesa, arreglar las flores, bricolaje…). Permite al niño imitar las actividades de los adultos que les rodean. Ya que no olvidamos que también aprenden una gran parte observándonos a nosotros.
• Materiales para actividades académicas: cuando el niño tenga unos cimientos sólidos en relación a sus sentidos y el dominio de la vida práctica, ya estará preparado para concentrarse en otras áreas académicas como la lectura, escritura, matemáticas, etc. De nuevo, nuestro modelo es esencial y que despertemos su interés y curiosidad con nuestra lectura y otras áreas despertará su curiosidad.
• Materiales de la naturaleza: Según María Montessori, “ninguna descripción, ninguna ilustración de cualquier libro puede sustituir a la contemplación de los árboles reales y de toda la vida que los rodea en un bosque real”. Por ello, despertar en ellos el interés en la naturaleza es vital, ya que les ayudará a promover el respeto, la libertad, la responsabilidad, la creatividad…
Pero más allá de los materiales, lo importante es la filosofía que hay detrás de ellos. Es imprescindible permitir la autonomía e independencia del niño, de ahí la importancia de que los materiales sean de tamaño infantil, estén a su altura, visibles y de fácil acceso, para no depender del adulto para jugar y experimentar.
3. El adulto como guía
El adulto deja de ser un instructor para para ser un guía, un acompañante en su proceso. Pero eso no significa que se le deja hacer lo que quiera, todo lo contrario, se establecen unos límites y una autodisciplina, pero siempre desde el profundo respeto.
Es por tanto vital, transformar nuestra mirada hacia el niño. Como padres, hay que seguir al niño. Observar sus intereses y estimularle en base a ello (Períodos Sensibles). Buscamos que el niño desarrolle su potencial desde bien pequeño fomentando su autonomía, independencia, iniciativa, voluntad y autodisciplina.
Observa a tu hijo. Transforma la mirada evitando el juicio, sólo observa y comprende.
A través de la observación se obtienen muchas respuestas: se identifican los intereses del niño, los periodos sensibles, sus necesidades, dificultades e incluso su estado emocional.
Evita las etiquetas. Recordad el efecto Pigmalion del que os hablaba en uno de mis posts.
Fomenta su autonomía “Ayúdame a hacerlo por mí mismo” (M. Montessori).
Organiza la casa teniendo en cuenta los “periodos sensibles”. Cuando se le proporciona los medios para aprender durante estos periodos sensibles, tienen la posibilidad de adquirir estas habilidades sin apenas esfuerzo. Recuerda que todo esté a su alcance, que participe con vosotros, no tratándole continuamente como “un niño pequeño que no puede, sino como una pequeña personita que puede participar en muchas más cosas de lo que creemos”. De esta forma educaremos niños responsables, sensible y autónomos, forjando así sus cimientos para su vida futura.
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