martes, 25 de agosto de 2020

El Trastorno Negativista Desafiante (II) Otro enfoque distinto

“Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite”

Una mirada distinta: el niño no es el problema, “el niño no es el malo”

Como explicábamos en el anterior post, el TND se define como un trastorno de conducta del niñ@. Si lo entendemos literalmente, podemos cometer el error de poner únicamente el foco en que el problema es el niño. Pero desde nuestro enfoque humanista-integrativo, creemos que hay que entender el problema a nivel global: una conducta mal aprendida dentro de un sistema familiar en el que también tendremos que poner nuestra mirada.

En realidad, el TND es un enfado desmesurado, una ira incontrolable. Pero cualquier persona que está enfadada, está enfadada por algo. Así que un niño también tiene sus motivos legítimos para enfadarse y eso como tal, no podemos negarlo. Eso no significa que debamos justificar sus acciones descontroladas, todo lo contrario, deberemos ayudarle a contenerlas. Pero únicamente desde la contención no solucionaremos el problema. Debemos ampliar la mirada: entender por qué está enfadado en lo más profundo de su ser. No por qué se ha enfadado en este momento concreto, sino dónde está el origen de tanta rabia acumulada.

Por tanto, si no logramos que el niño se sienta comprendido, respetado y validado, difícilmente vamos a vincularnos con él para ayudarle a gestionar las emociones más positivamente.

Por otro lado, se habla de que uno de los posibles factores es genético. A mi entender, únicamente la genética, nunca explica el trastorno. Es decir, la genética está ahí, pero se activará dependiendo de una serie de sucesos ambientales y familiares. En prácticamente todos los casos que he llevado en mi carrera profesional, lo más habitual es que el TND sea reactivo a problemas de apego en la infancia, adopción (donde previamente ha existido un abandono), un suceso traumático, problemas familiares, estilos de crianza inadecuados, divorcios complicados, el abandono de uno de los progenitores, deprivación afectiva…

A menudo cuando las personas lloran desconsoladamente, lloran por lo que lloran ahora y por todo lo que no pudieron llorar en su momento. Con el enfado puede ocurrir lo mismo: se enfadan desmesuradamente por lo que se enfadan ahora y por todo lo que no se pudieron enfadar en su momento.

 

El problema del amor condicional

Como comentábamos en el post anterior, el temperamento es uno de los factores predisponentes para desarrollar un TND. Es decir, un bebé con temperamento es más susceptible de desarrollar un TND. Pero sigo queriendo pensar que sólo si no utilizamos las estrategias adecuadas y un modelo de crianza basado en el amor y el respeto.

Por tanto, veamos cómo podríamos entrar en un bucle negativo-autoritario. El niño ya tiene 2 años y es muy movido, todo lo toca, rompe cosas por tanto… y empezamos con los reproches y las etiquetas “qué malo eres”, “deja de molestar”, etc.

Después empezamos con el chantaje emocional: “si te comportas así, mamá no te querrá” o lo que es peor: “ahora no te hago caso porque no te has sabido comportar”.

Podemos pasar a los gritos y el castigo como método de contención. Error: ya que no conseguimos que el niño aprenda y pueda reparar su conducta. Lo que queremos es que el niño aprenda a no “hacer cosas malas porque no está bien” no que aprenda a no hacerlas “para que no me castiguen”.

Por tanto, así es cómo los niños empiezan a creer que se les quiere sólo si se portan bien, sólo si son obedientes, sólo si sacan buenas notas, sólo si… la mente del niño no verá más allá. Y en lo más profundo de su ser, creerá y sentirá que no lo quieren tal como es. Ese es el problema del amor condicional: “no creo que me quieren por lo que soy, sino por lo que hago”.

Si el entorno me dice constantemente es que soy malo, lo asumiré como mi autoconcepto. Si mis padres no me quieren siendo malo y eso es lo que creo que yo soy, no me sentiré querido.

Si el niño siente que el amor de sus padres hacia él es condicional, es algo terrible. Ante esto, y dependiendo de su personalidad, usarán diferentes mecanismos de defensa para sufrir menos:

  1. La tristeza. En realidad, esta sería la emoción más coherente, ya que nos lleva a mirar hacia adentro, aceptar que las cosas son como son y “resignarnos”. Pero claro, instalarnos en este mecanismo de defensa nos podría llevar a la indefensión aprendida: sentir que no somos capaces de hacer nada para influir en nuestro entorno, porque hagamos lo que hagamos, nada va a cambiar.
  2. La ansiedad. Hay niños que optan por complacer en exceso a los padres para recibir más amor. “Debo hacerlo perfecto o si no, no me querrán”. ¡Cuántos adultos vemos en terapia que aún siguen anclados en este mecanismo de defensa con un sufrimiento enorme: perfeccionismo, estrés, dificultad para decir que no, exceso de control, obsesión, sobreprotección…
  3. La rabia. Y aquí es donde entraría un posible TND o Trastorno de conducta. El niño empieza a desconfiar del amor recibido y lo pondrá a prueba una y otra vez: si me comporto mal y mis padres se enfadan, ya no me quieren, no es un amor verdadero. El amor es percibido con desconfianza o inseguridad. Y PUESTO A PRUEBA CONTINUAMENTE.

 

El amor como cura

Por todo lo explicado, lo esencial es trabajar desde el amor y la comprensión. Cuánto más rabia recibas de tu hij@, más amor debes darle.

La estrategia inadecuada que los niños con TND han desarrollado es desconfiar del amor y ponerlo a prueba continuamente.

Si me enfado, chillo y tiro las cosas y mis padres me chillan, me castigan o, en el peor de los casos me pegan, confirmo mi creencia de que soy malo y no me quieren tal como soy.

En cambio, si me dicen ¿Qué te pasa? Entiendo que estés enfadado pero no puedes tirar las cosas… Será sólo entonces cuando irán entendiendo que nuestro amor hacia ellos es incondicional.

Si la creencia del niñ@ de que es malo está muy arraigada, nos pondrá a prueba muchas más veces y cada vez con mayor intensidad, por eso la disciplina positiva es lo que ha demostrado ser más efectivo a largo plazo.

Todo ello, acompañado de unos límites y normas claras, pero siempre desde el respeto. Amable y firme a la vez, esa es la esencia de la crianza positiva.

 

La Disciplina Positiva

La disciplina positiva es la filosofía para entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar su actitud para guiarles en su camino siempre de forma positiva, afectiva, pero firme a respetuosa tanto para el niño como para el adulto.

Se basa en la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares y da herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos (incluso cuando no es adecuado) y reconducirlo con respeto, sin luchas de poder y siempre de forma positiva.

Algunos de sus principios son:

  • Primero la conexión, luego la corrección.
  • Respeto mutuo: sé amable y firme al mismo tiempo.
  • No hay niños malos, sino malos comportamientos.
  • Centrarnos en las soluciones en lugar de en los castigos.
  • No etiquetar, ni juzgar, ni desmerecer a los niñ@s.
  • Invitar a los niñ@s a conocer las consecuencias de sus actos y encontrar sus propios recursos para solucionarlo.

La DP es el modelo educativo hacia el que debemos caminar todos y todas. Así que en breve profundizaremos más en su filosofía, porque nos apasiona y porque es EL CAMINO.

 

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