miércoles, 3 de junio de 2020

“El Síndrome de cabaña” Miedo a salir de casa después del confinamiento

El confinamiento sufrido estos meses a causa del COVID ha puesto de manifiesto un síndrome, del cual, hasta ahora habíamos oído muy poco. Es el Síndrome de la Cabaña y hace alusión al temor y pensamientos ansiosos en relación al hecho de salir de casa tras un período de aislamiento.

Originalmente llamado Cabin Fever (Fiebre de Cabaña) se remonta al SXX, cuando los colonos americanos debían pasar largas temporadas aislados en sus cabañas debido a los gélidos inviernos. Se observó entonces, que ese aislamiento provocaba síntomas como sentimientos depresivos, irritabilidad o sensación de estar enjaulado. Al acabar las inclemencias del tiempo, muchos de ellos preferían continuar aislados y experimentaban miedo a salir de nuevo.


Por qué ocurre esto ahora

La situación que estamos viviendo de pandemia global es peligrosa, alarmista, trágica. La sobreexposición que hemos tenido a las noticias y la incertidumbre de la situación han contribuido a calar en nosotros un pensamiento muy profundo “El peligro está fuera y sólo estaremos a salvo si permanecemos en casa”. Y esto ha sido así, ha sido real. Por eso el miedo que hemos experimentado también lo era. Y es más, era un miedo funcional y adaptativo, ya que nos estaba salvando la vida.

Ahora bien, con el inicio de la desescalada es cuando más casos estamos observando de este síndrome, ya que la vuelta a la “nueva normalidad” no lo todo el mundo la puede gestionar de la misma forma. Al igual que hemos podido ver gente eufórica tomando cañas en las terrazas con amigos, hay personas que les supone verdadero pánico salir a hacer una gestión al banco o acercarse a la frutería.

Conviene aclarar que no se trata un trastorno mental, por ello se denomina síndrome. Es decir, es un conjunto de síntomas que tienen que ver con una situación actual. Estos síntomas, si los afrontamos, serán transitorios. Ahora bien, si no los afrontamos y seguimos evitando sí podría derivar en trastornos como pueden ser la agorafobia, el trastorno por ansiedad o la depresión.

Aunque se pensaba que este síndrome afecta más a gente mayor y que vive sola, se están detectando casos en todas las edades, incluso adolescentes o niños. Es posible, que las personas de más alarmistas, controladoras o con tendencia a la ansiedad puedan tener más predisposición para desarrollarlo.

 

Cuáles son los principales síntomas

  • Pensamientos alarmistas sobre salir de casa.
  • Miedo, inseguridad e incluso paranoia.  
  • Irritabilidad, mal humor, tristeza.
  • Apatía, cansancio.
  • Falta de motivación para salir, aislamiento, excusas para no salir.
  • Insomnio o hipersomnia.

 

Pautas para superarlo

  • Plantearnos pequeños objetivos diarios.  
  • Ir haciendo un acercamiento progresivo a las salidas, cada persona necesita su tiempo.
  • Empezar a planificar planes futuros para cuando nos veamos preparados. Planear un viaje futuro (aunque no estemos seguros que vayamos a hacerlo) aumenta las endorfinas y nos mejorará el estado de ánimo.
  • Reconocer el miedo, validarlo. No intentar apartarlo.
  • Recuperar el contacto social poco a poco: podemos empezar con videollamadas, pequeños paseos con una buena distancia social, reuniones con grupos pequeños, etc.


Cuándo puede ser necesaria la ayuda psicológica

A veces, a pesar de poner todo de nuestra parte, podemos necesitar ayuda psicológica. Y es muy necesario y valiente saber acudir a un buen profesional cuando es necesario. Cuando puede ser necesario consultar con un psicólogo:

  • Si observamos que los pensamientos alarmistas son cada vez más frecuentes o intensos.
  • Si los síntomas ansiosos van en aumento: palpitaciones, tensión muscular, mareo, cefaleas, insomnio.
  • Si notamos nuestro estado de ánimo especialmente decaído: apatía, desmotivación, sentimiento de culpa…
  • Si los síntomas empiezan a complicarse y sospechamos que podemos estar desarrollando otros trastornos como agorafobia, crisis de pánico o ansiedad, depresión… en este caso la ayuda terapéutica o incluso farmacológica es urgente y de mayor importancia.

Y por último, sin olvidarnos de nuestra responsabilidad como adultos de hacer las cosas bien para evitar contagios, confiemos. Confiemos en nosotros mismos y en la vida. Todo irá bien.


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