Las Funciones Ejecutivas (FE) agrupan diversos procesos cognitivos implicados en el control, organización y cognición en general y el desarrollo del córtex prefrontal (entre otras áreas cerebrales como el córtex parietal, cingular y insular).
Dentro de las funciones ejecutivas más relevantes se encuentran el autocontrol, la memoria de trabajo, la organización, la planificación, la solución de problemas y flexibilidad de pensamiento (Best, Miller y Naglien, 2001), siendo habilidades que resultan imprescindibles para el proceso de aprendizaje en la infancia.
Así pues, teniendo en cuenta lo mencionado, igual que escuchamos y tenemos muy presente la estimulación lingüística, de la conciencia fonológica,...¿por qué no damos la importancia que merece a la estimulación de las FE desde edades tempranas?
Se ha demostrado que en el periodo de la primera infancia existe una mayor sensibilidad al incremento del funcionamiento ejecutivo (Roa, 2015) y, por lo tanto, resulta una etapa crucial para potenciar la autoregulación del comportamiento y el bienestar social en edades posteriores, siendo potentes indicadores de la autoregulación cognitiva y del comportamiento. Aún y así, es cierto que la capacidad de planificar con antelación, inhibir una respuesta y pasar de una tarea a otra mejora gradualmente con la edad en los infantes y adolescentes y, por lo tanto, cualquier niño a edades tempranas tendrá dificultades para regular sus emociones, permanecer concentrado por largos ratos o mientras realice una tarea, resistir a las tentaciones con las que se encuentre,...
Por lo tanto, es imprescindible seguir potenciándolas desde edades tempranas hasta edades más avanzadas para así optimizarlas en la edad adulta.