martes, 25 de agosto de 2020

El Trastorno Negativista Desafiante (II) Otro enfoque distinto

“Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite”

Una mirada distinta: el niño no es el problema, “el niño no es el malo”

Como explicábamos en el anterior post, el TND se define como un trastorno de conducta del niñ@. Si lo entendemos literalmente, podemos cometer el error de poner únicamente el foco en que el problema es el niño. Pero desde nuestro enfoque humanista-integrativo, creemos que hay que entender el problema a nivel global: una conducta mal aprendida dentro de un sistema familiar en el que también tendremos que poner nuestra mirada.

En realidad, el TND es un enfado desmesurado, una ira incontrolable. Pero cualquier persona que está enfadada, está enfadada por algo. Así que un niño también tiene sus motivos legítimos para enfadarse y eso como tal, no podemos negarlo. Eso no significa que debamos justificar sus acciones descontroladas, todo lo contrario, deberemos ayudarle a contenerlas. Pero únicamente desde la contención no solucionaremos el problema. Debemos ampliar la mirada: entender por qué está enfadado en lo más profundo de su ser. No por qué se ha enfadado en este momento concreto, sino dónde está el origen de tanta rabia acumulada.

Por tanto, si no logramos que el niño se sienta comprendido, respetado y validado, difícilmente vamos a vincularnos con él para ayudarle a gestionar las emociones más positivamente.

Por otro lado, se habla de que uno de los posibles factores es genético. A mi entender, únicamente la genética, nunca explica el trastorno. Es decir, la genética está ahí, pero se activará dependiendo de una serie de sucesos ambientales y familiares. En prácticamente todos los casos que he llevado en mi carrera profesional, lo más habitual es que el TND sea reactivo a problemas de apego en la infancia, adopción (donde previamente ha existido un abandono), un suceso traumático, problemas familiares, estilos de crianza inadecuados, divorcios complicados, el abandono de uno de los progenitores, deprivación afectiva…

A menudo cuando las personas lloran desconsoladamente, lloran por lo que lloran ahora y por todo lo que no pudieron llorar en su momento. Con el enfado puede ocurrir lo mismo: se enfadan desmesuradamente por lo que se enfadan ahora y por todo lo que no se pudieron enfadar en su momento.

 

El problema del amor condicional

Como comentábamos en el post anterior, el temperamento es uno de los factores predisponentes para desarrollar un TND. Es decir, un bebé con temperamento es más susceptible de desarrollar un TND. Pero sigo queriendo pensar que sólo si no utilizamos las estrategias adecuadas y un modelo de crianza basado en el amor y el respeto.

Por tanto, veamos cómo podríamos entrar en un bucle negativo-autoritario. El niño ya tiene 2 años y es muy movido, todo lo toca, rompe cosas por tanto… y empezamos con los reproches y las etiquetas “qué malo eres”, “deja de molestar”, etc.

Después empezamos con el chantaje emocional: “si te comportas así, mamá no te querrá” o lo que es peor: “ahora no te hago caso porque no te has sabido comportar”.

Podemos pasar a los gritos y el castigo como método de contención. Error: ya que no conseguimos que el niño aprenda y pueda reparar su conducta. Lo que queremos es que el niño aprenda a no “hacer cosas malas porque no está bien” no que aprenda a no hacerlas “para que no me castiguen”.

Por tanto, así es cómo los niños empiezan a creer que se les quiere sólo si se portan bien, sólo si son obedientes, sólo si sacan buenas notas, sólo si… la mente del niño no verá más allá. Y en lo más profundo de su ser, creerá y sentirá que no lo quieren tal como es. Ese es el problema del amor condicional: “no creo que me quieren por lo que soy, sino por lo que hago”.

Si el entorno me dice constantemente es que soy malo, lo asumiré como mi autoconcepto. Si mis padres no me quieren siendo malo y eso es lo que creo que yo soy, no me sentiré querido.

Si el niño siente que el amor de sus padres hacia él es condicional, es algo terrible. Ante esto, y dependiendo de su personalidad, usarán diferentes mecanismos de defensa para sufrir menos:

  1. La tristeza. En realidad, esta sería la emoción más coherente, ya que nos lleva a mirar hacia adentro, aceptar que las cosas son como son y “resignarnos”. Pero claro, instalarnos en este mecanismo de defensa nos podría llevar a la indefensión aprendida: sentir que no somos capaces de hacer nada para influir en nuestro entorno, porque hagamos lo que hagamos, nada va a cambiar.
  2. La ansiedad. Hay niños que optan por complacer en exceso a los padres para recibir más amor. “Debo hacerlo perfecto o si no, no me querrán”. ¡Cuántos adultos vemos en terapia que aún siguen anclados en este mecanismo de defensa con un sufrimiento enorme: perfeccionismo, estrés, dificultad para decir que no, exceso de control, obsesión, sobreprotección…
  3. La rabia. Y aquí es donde entraría un posible TND o Trastorno de conducta. El niño empieza a desconfiar del amor recibido y lo pondrá a prueba una y otra vez: si me comporto mal y mis padres se enfadan, ya no me quieren, no es un amor verdadero. El amor es percibido con desconfianza o inseguridad. Y PUESTO A PRUEBA CONTINUAMENTE.

 

El amor como cura

Por todo lo explicado, lo esencial es trabajar desde el amor y la comprensión. Cuánto más rabia recibas de tu hij@, más amor debes darle.

La estrategia inadecuada que los niños con TND han desarrollado es desconfiar del amor y ponerlo a prueba continuamente.

Si me enfado, chillo y tiro las cosas y mis padres me chillan, me castigan o, en el peor de los casos me pegan, confirmo mi creencia de que soy malo y no me quieren tal como soy.

En cambio, si me dicen ¿Qué te pasa? Entiendo que estés enfadado pero no puedes tirar las cosas… Será sólo entonces cuando irán entendiendo que nuestro amor hacia ellos es incondicional.

Si la creencia del niñ@ de que es malo está muy arraigada, nos pondrá a prueba muchas más veces y cada vez con mayor intensidad, por eso la disciplina positiva es lo que ha demostrado ser más efectivo a largo plazo.

Todo ello, acompañado de unos límites y normas claras, pero siempre desde el respeto. Amable y firme a la vez, esa es la esencia de la crianza positiva.

 

La Disciplina Positiva

La disciplina positiva es la filosofía para entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar su actitud para guiarles en su camino siempre de forma positiva, afectiva, pero firme a respetuosa tanto para el niño como para el adulto.

Se basa en la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares y da herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos (incluso cuando no es adecuado) y reconducirlo con respeto, sin luchas de poder y siempre de forma positiva.

Algunos de sus principios son:

  • Primero la conexión, luego la corrección.
  • Respeto mutuo: sé amable y firme al mismo tiempo.
  • No hay niños malos, sino malos comportamientos.
  • Centrarnos en las soluciones en lugar de en los castigos.
  • No etiquetar, ni juzgar, ni desmerecer a los niñ@s.
  • Invitar a los niñ@s a conocer las consecuencias de sus actos y encontrar sus propios recursos para solucionarlo.

La DP es el modelo educativo hacia el que debemos caminar todos y todas. Así que en breve profundizaremos más en su filosofía, porque nos apasiona y porque es EL CAMINO.

 

Trastorno Negativista Desafiante

Introducción

El Trastorno Negativista Desafiante es un patrón repetitivo de conducta negativa, desafiante y desobediente, a menudo dirigido contra las figuras de autoridad.

Los trastornos de conducta son uno de los trastornos más consultados en los Servicios de Salud Mental para niños y adolescentes.

Las estadísticas indican que el trastorno negativista desafiante puede afectar a un 20% de la población en edad escolar y es mucho más frecuente en niños que en niñas.

La mayoría de los síntomas observados en el TND, pueden darse también en niños que no lo presentan: especialmente cuando están cansados, con hambre o disgustados, pueden desobedecer, discutir con sus padres y desafiar a figuras de autoridad.

Sin embargo, en el TND, estos síntomas ocurren de forma más frecuente e interfieren con el aprendizaje, la escuela y con las relaciones con los demás. No es un problema concreto en casa o peleas entre hermanos. Existe un verdadero problema de falta de autocontrol y estos niños necesitan de nuestra ayuda.
En este post en concreto, nos hemos centrado en la definición del trastorno, causas, factores de riesgo y prevención.

Pero la próxima semana, nos encantará explicaros cómo ayudar a estos niños desde la crianza respetuosa y la disciplina positiva.

 

Definición según DSM V

Según la última edición DSM 5, el Trastorno Negativista Desafiante (TND) se caracteriza por:

A. Un patrón de enfado/ irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano.

Enfado/irritabilidad

1.           A menudo pierde la calma.

2.           A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.

3.           A menudo está enfadado y resentido.

Discusiones/actitud desafiante

4.           Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.

5.           A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad o normas.

6.           A menudo molesta a los demás deliberadamente.

7.           A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.

Vengativo

8.           Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.

 

Causas

No se sabe con seguridad la causa que produce el trastorno oposicionista desafiante. Hay diferentes teorías que intentan buscar su origen.

  • Teoría del desarrollo: sugiere que los problemas de conducta suelen aparecer en torno a los 2 años y no se resuelven a tiempo. Estos niños pueden haber tenido dificultades con su figura de apego y eso impedir que sean más autónomos desde pequeños.

  • Teoría del aprendizaje: sugiere que puede ser un patrón adquirido. Padres y madres que han utilizado el refuerzo negativo como modo de control y educación: mensajes negativos, broncas, gritos, sobornos… El niño aprende de esta forma a captar la atención de forma negativa y seguirá usando esa vía de forma inconsciente.

 

Factores de riesgo

  • Temperamento: los niños con mayor temperamento pueden tener más predisposición a desarrollar el trastorno.
  • Factores genéticos: antecedentes familiares de trastornos psiquiátricos.
  • Problemas para tolerar la frustración.
  • Problemas de crianza: dificultades de control parental, desestructura familiar, no poner ningún límite o límites demasiado rígidos, violencia intrafamiliar…
  • Otros problemas familiares: divorcios complicados, problemas de comunicación entre los padres, un progenitor con un trastorno mental o abuso de sustancias…
  • Factores sociales: residir en ambientes muy marginales, pobreza…

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Prevención

Cada vez está más estudiado y demostrado que el TND puede prevenirse en una gran mayoría de casos. La crianza respetuosa, la disciplina positiva y un tratamiento psicológico/familiar temprano cuando aparece el problema pueden impedir la aparición del trastorno o su evolución negativa.

Por otro lado, hay que estar atentos a su aparición. Un TND no surge de la noche a la mañana. Normalmente suele darse una cadena de acontecimientos hasta la aparición del trastorno:

  • dificultades por parte de los padres
  • seguida de dificultades con otras personas en posición de autoridad
  • malas relaciones con los compañeros.

A medida que estas experiencias se exacerban y persisten, el comportamiento de oposición y desafiante se transforma en un patrón de comportamiento.

El objetivo del tratamiento siempre será mejorar la autoestima del niño, reconstruir el vínculo con vuestr@ hij@, favorecer su desarrollo y mejorar así sus relaciones y su calidad de vida.

 

miércoles, 12 de agosto de 2020

Los TCA (Trastornos Conducta Alimentaria) en la adolescencia

Definición y tipos de TCA

Los TCA son problemas psicológicos muy serios y graves que conllevan alteraciones de la conducta alimentaria. Son muy perjudiciales para la salud física, emocional, social y psicológica.

Los más frecuentes son:

  • Anorexia nerviosa: se caracteriza por la pérdida de peso inducida comiendo muy poco, malnutrición progresiva, distorsión de la imagen corporal y miedo a ganar peso. Son muy estrictas en qué deben comer y qué no y cuentan calorías de forma obsesiva. Para perder peso, la restricción de comida suele ir acompañada de otras conductas como ejercicio intenso, laxantes, diuréticos o enemas.
  • Bulimia nerviosa: episodios repetidos de comer en exceso (atracones) y preocupación exagerada por controlar el peso. Tiene una forma purgativa (vomito inducido, uso de laxantes, diuréticos, enemas, etc.) y otra no purgativa (ayuno o ejercicio excesivo). A diferencia de las personas con AN, pueden estar delgadas, peso normal o sobrepeso. Suelen ocultar sus atracones y los vómitos.
  • Trastorno por atracón:  se caracteriza por comer demasiado en un espacio de tiempo (incluso sin tener hambre) y sentir  que pierden el control. Automáticamente después aparece malestar o culpabilidad. A diferencias de la BN, no suelen vomitar de forma voluntaria sino por encontrarse mal, y no suelen realizar compensaciones (ejercicio físico o laxantes). Es muy probable que presenten oscilaciones de peso y acaben con sobrepeso.
  • A parte de estos, cada vez se diagnostica más el TCANE (Trastorno de la Conducta Alimentaria No especificado): personas que sufren problemas con la comida que les crea un malestar significativo, pero que no cumplen criterios diagnósticos para una TCA en concreto.

Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes

Se diagnostica TCA en personas de todas las edades, pero en la mayoría de los casos la enfermedad aparece en la adolescencia. Esto ocurre porque en esta etapa, la personalidad, la autoestima y el rol social de la persona están en pleno desarrollo y, por tanto, son más vulnerables a la presión por la imagen “socialmente deseada”. La presión social para adelgazar, las redes sociales, la necesidad de ser aceptado y la preocupación por un ideal estético delgado asociado al éxito son factores que explicaran esta mayor vulnerabilidad en mujeres jóvenes.

Los TCA son la 3ª enfermedad crónica más frecuente en mujeres adolescentes. Más allá de los trastornos, hasta un 50% sienten insatisfacción corporal.

Los trastornos alimentarios suelen ser más presentes en mujeres que en hombres (9/1).

Pueden aparecer en cualquier edad, aunque la adolescencia es la etapa de mayor riesgo. La mayor incidencia se produce entre los 12 y los 18 años, pero cada vez nos encontramos con casos que tienen una edad de inicio más baja, en torno a los 8 o 9 años.

En el caso de la anorexia, el perfil con más riesgo es el de chicas con una personalidad perfeccionista, rígidas y dificultad para tomar decisiones.

En el caso de la bulimia, el perfil de mayor riesgo es el de chicas con dificultades para controlar sus impulsos, tomas decisiones poco reflexivas, buscando gratificación inmediata y sin considerar consecuencias a largo plazo.

 

Signos de alarma en adolescentes

Es importante saber que un TCA no aparece de la noche a la mañana, siempre dan avisos y hay señales alarma que debemos conocer.

  • Pérdida de peso no justificable.
  • Rituales en la comida: cortarla en muchos, distribuirla por el plato, masticar mucho tiempo…
  • Encerrarse en el baño después de comer.
  • Recuento de calorías de los alimentos.
  • Realizar ejercicio de forma compulsiva.
  • Cambios de estado de ánimo: irritabilidad, inestabilidad, agresividad, tristeza…
  • Ocultar partes del cuerpo o empezar a usar ropa holgada.
  • Mentir sobre la comida, excusas para no comer, esconder comida.
  • Preocupación excesiva por los estudios o cambio en el rendimiento académico.
  • Interés por webs o redes sociales de dietas, imagen corporal…
  • Preocupación por su peso y forma corporal, comentarios despectivos sobre su cuerpo.
  • Aislamiento de sus amig@as.
  • Síntomas físicos por desnutrición: frío en manos y pies, sequedad de la piel, estreñimiento, palidez, mareos, caída de cabello, amenorrea, etc.

¿Cuál es la causa de los TCA?

Son trastornos de origen multifactorial.

Factores individuales:

  • Predisposición genética: antecedentes familiares de TCA.  de un familiar con un TCA.
  • Rasgos psicológicos: autoexigencia muy elevada, perfeccionismo obsesivo, necesidad de control y rigidez cognitiva están muy relacionados con la aparición de una anorexia. La Bulimia está más relacionada con la ansiedad y la impulsividad.
  • Baja autoestima.
  • Imagen corporal negativa: Las personas que no tienen una imagen real de su  propio cuerpo y se sienten mal, son más vulnerables.
  • Adolescencia: La adolescencia es la etapa vital en la que existe un mayor riesgo. Entre los 12-21 es la edad de mayor riesgo, pero cada vez aparecen casos más tempranos (8-9).
  • Sexo femenino: De cada 10 casos de TCA, 9 son mujeres y 1 es un hombre, por lo que ser mujer implica mayor riesgo de padecer un TCA.

 Factores familiares:

  • Ambiente familiar desestructurado: familias en las que no existe una estructura estable y segura.
  • Ambiente familiar sobreprotector: familias en las que la comunicación y la dinámica familiar es excesivamente rígida, controladora y exigente.
  • Experiencias vitales estresantes.

Factores Sociales:

  • Modelo de belleza imperante: El actual modelo de belleza, que se centra en un modelo estético delgado, tiene un peso muy importante en el desarrollo de los TCA.
  • Presión social respecto a la imagen: la presión social recibida respecto a la importancia de parecerse a este modelo es excesivamente elevada. El papel de los medios de comunicación en la difusión del modelo de belleza actual influye muy negativamente.
  • Determinados deportes o profesiones: Actividades deportivas en las que la imagen corporal es muy relevante (ballet, gimnasia rítmica, natación sincronizada) o deportes en los que se compite por categoría de peso. También son grupo de riesgo profesiones relacionadas con mundo de la moda, espectáculo y / o televisión / cine.
  • Críticas y burlas relacionadas con el físico.
  • El sistema de tallas actual: es un sistema no unificado que resulta confuso para la población.
  • Existencia de páginas web que hacen apología de la anorexia y la bulimia: En los últimos años han aparecido páginas que hacen apología la anorexia y la bulimia como formas de vida. Están dirigidas a personas vulnerables de TCA y en las que intercambian trucos para adelgazar, reforzar las conductas patológicas propias de la enfermedad, entre otras acciones. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 10 de agosto de 2020

La Pedagogía Pikler

Siguiendo con los últimos posts semanales sobre diferentes pedagogías, donde os hemos hablado ya de #montessori y #waldorf, hoy compartimos con vosotr@s la pedagogía #pikler. Al igual que las anteriores, también apoya sus bases en la pedagogía científica con el objetivo de potenciar la autonomía, el respeto y la libertad del infante.

 


¿Quién fue Emmi Pikler?

Emmi Pikler (1902-1984) fue una pediatra que desarrolló su carrera en Budapest.

En 1946, asumió la dirección de una Casa Cuna situada en la calle Lóczy de Budapest, una institución que acogía a niñ@s huérfan@s o que sus padres no podían hacerse cargo tras la II Guerra Mundial. Estos niños sufrían el denominado “síndrome de hospitalización” debido a la falta de una figura de apego. Las cuidadoras hasta entonces sólo se limitaban a cambiarlos de pañal, darles de comer rápido y dejarlos en la cuna. 

Esto provocaba en ellos una gran falta de estimulación y, por consecuencia, posibles retrasos psicomotores, de aprendizaje y afectivos.

Emi Pikler se propuso ofrecer a los pequeños una experiencia de vida que preservase y fomentase su desarrollo y evitase las carencias por la ausencia de un vínculo afectivo con los padres.

Esta Casa Cuna pasó a llamarse “Instituto Lóczy” y Pikler y lo dirigió hasta 1979, donde demostró su “visión del niño como ser autónomo”, hasta que su tesis alcanzó validez científica, observando, reflexionando y registrando la actividad cotidiana de cientos de niñ@s.

 

Los 4 principios de la Pedagogía Pikler

Emi Pikler centró su trabajo en dos necesidades del niño: apego y autonomía. Y en base a esto, su pedagogía se guía por 4 principios:

 1. El valor de la actividad autónoma

El pensamiento de Pikler tiene como base la confianza y el respeto al infante, considerándolo una persona desde el nacimiento, parte activa de su propia evolución, basada en la actividad y en la autonomía. Confía en el niñ@, en su capacidad innata de aprender y en su capacidad de desarrollo autónomo.

Emmi Pikler demostró que el niño es capaz de “aprender a aprender por sí mismo”. Cuando actúa por su propia iniciativa e intereses, aprende y adquiere capacidades y conocimientos mucho más sólidos, que si se los intentamos “inculcar” desde fuera.

 2. El valor de una relación afectiva privilegiada

Para que el niño llegue a conseguir autonomía, es previo e importantísimo una relación afectiva con sus padres privilegiada. Es decir, debe recibir los cuidados necesarios para su desarrollo mediante el afecto y la atención.

Gracias a un vínculo amoroso y estable y un respeto profundo por parte del adulto hacia el niño, irá consiguiendo esa autonomía y eso le hará sentirse valioso y competente, gracias a sus propios logros.

Todo esto es posible si el bebé disfruta de una plena sensación de seguridad. Y para que esto ocurra, debe saber que obtendrá ayuda inmediata cuando la necesite. Cuando el bebé nos hace saber que nos necesita, debemos acudir o al menos hacerle saber que le escuchamos. De este modo, para el bebé, el hecho de estar solo no supondrá estar abandonado, sino largos momentos de serenidad y de juegos tranquilos, porque sabe que cuando necesita ayuda la obtendrá.

 3. La necesidad de ayudar al/la niño/a a tomar conciencia de sí mismo y de su entorno

Los niños sanos se interesan por el mundo que los rodea, actúan e interaccionan.  Para que desarrollen su iniciativa, Pikler considera imprescindible proporcionarles:

  • ·        un marco de vida estable, tanto física como psíquicamente
  • ·        un adulto de referencia
  • ·        unas curas cariñosas y unas atenciones personalizadas al máximo

En este sentido, es imprescindible facilitarles un entorno y un material adecuado a las necesidades funcionales y a sus intereses: diversidad de materiales, ropa cómoda, espacios lo más amplio y seguros posible… para que el niñ@ pueda explorar y aprender con seguridad, moviéndose con el mínimo de limitaciones posibles.

Por otro lado, es importante la riqueza del lenguaje durante los intercambios. El adulto realizará las interacciones (cambio de pañal, baño, darle de comer…) con el forma calmada y sin prisas, y poniendo en palabras lo que hace, dando tiempo al niño para que escuche y prestando siempre atención al niño y a sus preferencias.

 4. El desarrollo del movimiento del niño en autonomía y por su exclusiva iniciativa (el movimiento libre)

«Se podría decir que el Movimiento Libre consiste en dejar que el bebé se mueva libremente y sin intervención del adulto. El movimiento se da de forma espontánea y autónoma. Al bebé/niño/a no se le coloca en ninguna posición a la que no haya llegado por sí mismo/a (salvo la inicial boca arriba) y en ningún caso se le exige, anima o incentiva a que realice ningún movimiento ni logre ninguna posición.  El movimiento del niño/a es libre y está liberado de cualquier voluntad ajena a sí mismo (movimiento autónomo).»

La etapa comprendida entre los 0-3 años, es una etapa de cambios acelerados en todas sus áreas. La neuroplasticidad cerebral le permitirá una ventana de oportunidad en su aprendizaje que nunca volverá a ser igual de intensa. En esta etapa, tenemos que dejarle experimentar por sí solo, para que se sienta libre y adopte una actitud curiosa y positiva.

El niño es el único que sabe cuándo está preparado su cuerpo para sentarse, ponerse de pie o andar. Es muy importante la visión de un bebé autónomo, que siente la necesidad de moverse, de descubrir, de aprender… sin la intervención del adulto, ni de un parque (que limita su movimiento y capacidad de descubrir) o un andador (que lo “obliga” a andar).

Un niño que se mueve libremente tiene un mayor control sobre su cuerpo, ya que lo que hace lo ha conseguido por sí mismo. Sabe hacer y deshacer posturas (principio de reversibilidad), tiene mayor autonomía y no tiene sobrecargas en su cuerpo.

Si queréis ampliar más información sobre el tema, os recomiendo especialmente dos libros:

- Moverse en Libertad, de Emi Pikler.

- Bebés en movimiento, de María del Mar Sánchez y Lorena Gutiérrez.

 

 

 

 


lunes, 3 de agosto de 2020

La pedagogía Waldorf

La semana pasada os explicamos brevemente en qué consistía la Pedagogía Montessori. Hoy nos gustaría hablaros sobre la Pedagogía Waldorf, ya que comparten muchos valores y la filosofía que hay detrás de respeto absoluto al niño y su propio ritmo.


Definición y orígenes de la pedagogía Waldorf

Como en el caso de Montessori, la Pedagogía Waldorf tampoco es una moda. Proviene de la investigación de Rudolf Steiner (1861-1925), filósofo austríaco, quien desarrolló una pedagogía pionera basada en el desarrollo apropiado a cada edad.

Es decir, se trata de una pedagogía que busca educar al niño desde una visión global y holística, teniendo en cuenta todas sus potencialidades, su motivación e intereses y respetando su ritmo y etapas evolutivas.

En la actualidad es el movimiento escolar privado más grande del mundo.  Es otra de las muchas alternativas a la enseñanza tradicional, pero en cualquier caso, lo importante es que el sistema educativo vaya introduciendo progresivamente todas las metodologías que está demostrado que se adaptan al niño y no al revés.

 

Etapas educativas en la Pedagogía Waldorf

  • Primera Etapa, Jardín de Infancia (de 0 a 7 años): se centra en el desarrollo de la psicomotricidad, la habilidad visoespacial y conocimiento del entorno físico que les rodea. En esta etapa, los niños son experimentadores por excelencia y tienen muy buena capacidad de imitación. Debemos ayudarles a desarrollar su voluntad y motivación y esto lo conseguiremos desde el movimiento libre, el juego y la imitación.

  • Segunda Etapa, edad escolar (de 7 a 14 años): se centra en la creatividad y la imaginación. Materias como las matemáticas o los idiomas se imparten a través de juegos y dinámicas. En esta etapa, el infante aprende cómo funciona el mundo y lo aprenderá mejor si los contenidos se le presentan de forma creativa e imaginativa.

  • Tercera Etapa, edad joven y adulta (de 14 a 21 años): se trata de ayudar a asentar los cimientos de su personalidad y su espíritu crítico. En esta etapa, la tarea fundamental es motivar a los alumnos para que emitan juicios de valor y pensamiento crítico sobre el mundo que los rodea.

Cómo practicar Waldorf en casa

  • Ofrecer materiales naturales: ofrecer a los niños la posibilidad de experimentar con materiales artísticos naturales, no tóxicos y sencillos o materiales reciclados. Esto promueve sin duda imaginación y creatividad.
  • Juguetes: “Cuánto menos haga el juguete, más hará la mente del niño”. En general, desde esta pedagogía se evita al máximo los juguetes hiperestimulantes con mucho sonido o mil cosas por hacer. Cuanto menos haga el juguete, más desarrollará el niño su imaginación y creatividad. Uno de los juguetes por excelencia, es el Arcoiris Waldorf. En otro post, os hablaré de sus principales beneficios y por qué es el “mejor juguete del mundo”.
  • Cuentos: es muy beneficioso para los niños a cualquier edad. Lo importante es elegirlos según su edad. También es importante contar cuentos orales, sin el apoyo de imágenes para fomentar su imaginación. Y también es importante inventarnos historias: descubriremos nuestra capacidad innata de crear historias y nuestros hijos se nutrirán de nuestras raíces.
  • Buscar alternativas al uso de la tecnología: en otro post ya hablamos de los estudios sobre el uso inadecuado de la tecnología en los más pequeños. La idea es ofrecerles alternativas más reales, alejadas de lo virtual.
  • Compartir actividades domésticas: realizar actividades de la vida práctica con los niños es una actividad en familia esencial, ya que los niños realizan cosas con un propósito familiar, se sienten útiles y partícipes y aprenden muchísimo. Haciendo una pizza casera o ayudando a poner el lavavajillas aprenderán muchísimo.
  • Crear y celebrar las tradiciones familiares: no importa si son celebraciones ligadas a una religión o cultura o las creamos nosotros mismos. Las celebraciones, generalmente van ligadas a los ciclos estacionales o de la naturaleza. Es otro modo de crear aprendizaje multisensorial, ofrecer valores, vivencias y fomentar el valor de la familia.
  • Rutinas: las rutinas ayudarán al niño a sentirse mucho más seguro emocionalmente.
  • Respetar el descanso y el juego: es esencial que el niño no esté lleno de horarios lectivos y actividades extraescolares. El juego libre, estar en familia o incluso estar en soledad y aburrirse, es necesario para su desarrollo.
  • Respetar su ritmo evolutivo: sin comparaciones, sin presiones… respetando siempre la etapa evolutiva en la que se encuentran. Aunque aquí estamos algo lejos aún, en Finlandia lo aplican en la escuela, donde empiezan a leer a los siete años.
  • Salir a la naturaleza: les permitirá el contacto con los elementos naturales, el descubrimiento progresivo de la naturaleza y movimiento físico, vital para su salud.
  • Autocuidado: teniendo en cuenta que los niños aprenden principalmente por imitación, ¿qué imagen de nosotros queremos mostrarles? Ofrecerles una presencia de calidad no debería ser un lujo, es una necesidad. A veces la utopía de la conciliación familiar lo impide, por eso es importante cuidarnos como adultos, para darles lo mejor de nosotros mismos. Tener espacio para desestresarme y cuidarme, es enseñarles a ellos también a que el autocuidado es un valor esencial.

"Nuestro máximo esfuerzo ha de ser desarrollar seres humanos libres, capaces de otorgar un propósito y un objetivo a sus vidas por sí mismos" – Rudolf Steiner


miércoles, 29 de julio de 2020

El "Síndrome de Asperger" (TEA)

Definición

El “Síndrome de Asperger”, quizá lo hayamos escuchado algo más últimamente, cuando la activista medioambiental Greta Thunberg reveló su propio diagnóstico.

Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que se engloba dentro de los trastornos del espectro autista (TEA). Suele diagnosticarse entre los cuatro y los once años.

La principal característica es que estas personas presentan dificultades en las habilidades sociales, emocionales y de comunicación; además de mostrar conductas e intereses inusuales.

 

Causas

No se conocen con exactitud las causas de los trastornos del espectro autista aunque la evidencia científica disponible indica la existencia de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales, que hacen más probable que un niño pueda padecer un TEA.

Los datos epidemiológicos disponibles demuestran de forma concluyente que no hay pruebas de una relación causal entre los TEA y las vacunas. Los estudios anteriores que señalaban una relación causal estaban plagados de errores metodológicos. Es una lástima, que esta “falsa creencia” siga tan extendida.

 

Categorización clínica

Fue en 1994 cuando el término “Síndrome de Asperger” (SA) fue definido en la cuarta edición del Manual de Diagnósticos y estadísticas de los trastornos mentales (DSM-IV) por American Psychiatric Association (APA), diferenciado por entonces del “Trastorno Autista”.

Pero en 2013, el DSM-V reemplazó los diagnósticos. Lo que anteriormente denominábamos “Trastorno Autista” pasó a llamarse Trastorno del Espectro de Autismo (TEA).

El “Síndrome de Asperger” (SA) se eliminó entonces como categoría independiente, y pasó a englobarse en la categoría de los trastornos TEA.

Por lo que respecta al síndrome de Asperger, los criterios diagnósticos del citado DSM-5 establecen que se identificaría bajo la denominación de “TEA sin déficit intelectual acompañante” o “TEA sin discapacidad intelectual asociada”.

Si bien es cierto que, la categoría diagnóstica específica ha desaparecido, la mayoría de profesionales sanitarios continuamos utilizando el término Asperger: tanto por una cuestión identitaria de estas personas, como por las diferencias tan cualitativas respecto a un “autismo”. De hecho, sigue habiendo controversia entre los científicos y sanitarios sobre si deberían ser dos diagnósticos distintos como hasta 2013.

Lo que distingue principalmente el síndrome de Asperger del autismo clásico es la ausencia de retraso en el lenguaje y la inteligencia preservada.

 

 Principales signos en el Asperger

Comunicación

  • Hablan de forma poco usual o con un tono de voz extraño: el habla puede ser muy formal o con volumen muy alto, sentido rítmico inapropiado, demasiado preciso o incluso “pedante”…
  • Tienen dificultad para entender la comunicación no verbal.
  • Pueden hablar durante mucho tiempo de sus temas de interés, pero tiene dificultad para saber cuándo parar la conversación.
  • Les cuesta tener una charla “social” con otras personas.
  • Comprenden el lenguaje de forma muy literal; según el significado exacto de las palabras. Por tanto, generalmente no entienden el doble sentido, las bromas, chistes, ironías o metáforas.

Interacción social

  • Les resulta complicado comprender las reglas sociales “no escritas”. Esto implica que a veces se comporten de forma inapropiada sin ser conscientes.
  • Tienen interés en relacionarse con los demás, pero no saben cómo hacerlo.
  • Les puede resultar difícil relacionarse con muchas personas a la vez y esto puede prestar a confusión y que pensemos que no quieren integrarse en el grupo.
  • Les resulta complicado expresar sus emociones de una manera “convencional” por lo que pueden dar la impresión de que reaccionar de forma inapropiada, “fuera de lugar”.

Patrón de comportamiento o intereses inusuales

  • Las rutinas les dan mucha seguridad, pero a veces pueden ser muy rígidas o repetitivas. Esto suele provocar que les cueste adaptarse a los cambios.
  • Su forma de pensar es rígida y concreta. Tareas repetitivas las pueden realizar sin problema, pero aquellas que exigen un pensamiento más abstracto o flexible les cuestan mucho más.
  • Tienen intereses muy concretos y específicos sobre los que recopilan mucha información y dedican mucho tiempo; convirtiéndose, a veces, en “obsesiones” y su principal fuente de conversación.
  • Pueden ser extremadamente sensibles a algunos estímulos (ruidos, luces, olores, etc.).
  • A veces pueden realizar estereotipias: movimientos repetitivos o extraños.
  • Y en ocasiones, también presentan dificultades motrices (torpeza, correr de forma extraña, dificultad en las actividades manuales o físicas).


Diagnóstico

El diagnóstico del Síndrome de Asperger, englobado dentro de los trastornos TEA, debe realizarlo un equipo multidisciplinar.

Los psicólogos clínicos sanitarios y psiquiatras infantiles son los especialistas formados para poder diagnosticar cualquier trastorno mental en la infancia. Además de ellos, los psicopedagogos y logopedas podrán realizar una función importante para determinar las dificultades en la comunicación y se puede requerir también la intervención de neurólogos y realizar un examen genético.

En resumen, un diagnóstico completo para determinar un “Síndrome de Asperger (actualmente TEA) debe consistir en:

  •  Evaluación neurológica.
  •  Evaluación genética.
  •  Pruebas cognitivas.
  •  Pruebas para comprobar la función psicomotriz.
  • Pruebas para determinar las fortalezas y debilidades verbales y no verbales.

 

Qué hacer como familia

Al ser un trastorno de carácter persistente, no tiene “cura”. Sin embargo, con el apoyo y tratamiento adecuados, la persona mejorará considerablemente la forma de enfrentarse a los retos vitales, aprender habilidades y destrezas nuevas y potenciar sus puntos fuertes.

Cuando se recibe un diagnóstico de “Asperger” o “TEA” puede existir un pequeño alivio de encontrar por fin explicación a tanto tiempo de dudas y sufrimiento, pero también es un shock familiar importante. Es importante, como familia, darnos tiempo para digerir el diagnóstico y afrontar esta nueva etapa.

La intervención activa de los padres en cualquier tratamiento psicológico es clave para su éxito.

Algunas recomendaciones que pueden ayudarnos en esta etapa serían:

  • Informarse siempre de fuentes fiables.
  • Buscar ayuda profesional.
  • Darle apoyo emocional.
  • Coordinarse con el colegio y con todos los profesionales implicados.
  • Hablar de ello con normalidad, claridad y honestidad.
  • No avergonzarnos, ni culparnos
  • No sobreproteger. “Ayúdame a hacerlo por mí mismo” (María Montessori)
  • No involucrarse demasiado y provocar que todo gire en torno al síndrome.
  • Comunicarnos con ellos de forma muy explícita, con un lenguaje concreto, sin dobles sentidos ni “cosas que damos por hecho”.
  • Empatía: ponernos en su piel y comprender los desafíos sociales a los que se enfrenta a diario y no comprende ni sabe bien cómo afrontarlos.
  • Entender sus rutinas y la seguridad que éstas les proporcionan. Puedes ayudar a flexibilizarlas, pero sin imposición y necesitaremos tiempo, paciencia y mucho amor.
  • Pregúntale directamente a tu hij@ cuál es la mejor manera de ayudarle. Él o ella te sabrá explicar cuáles son sus puntos fuertes y débiles y cómo prefiere que le ayudes. No te olvides de que ellos son quienes mejor se conocen.

 

Reflexión final

Me gustaría concluir el post de hoy con un fragmento del libro “Descubrir el Asperger” de por Ramón Cererols:

“Cada persona con Asperger, como cada persona neurotípica, es diferente. El grado y tipo de afectación varía, como también varían las circunstancias del entorno social y familiar, y la manera como cada cual responde y se adapta a estas afectaciones. El espectro de los trastornos generales del desarrollo es muy amplio y multidimensional, y las fronteras que separan un trastorno de otro, y todos juntos con la “normalidad”, son borrosas. A veces resulta difícil saber si determinada característica es típica del trastorno, o específica de la persona… Pero al final la única manera de entender el Asperger es entender a la persona que hay detrás”.

 

 

 


lunes, 27 de julio de 2020

La filosofía Montessori

Su filosofía y su creadora María Montessori 



El Método Montessori no es una moda, como muchos piensan ahora, ni una educación de élite. El Método Montessori tiene ya muchos años, de hecho, este 2020 se ha celebrado el 150 aniversario de nacimiento de su de su creadora, María Montessori. 
Por lo tanto, el Método Montessori es una pedagogía científica que se centra en un profundo respeto y admiración hacia la infancia, basada en la observación integral del niño y la experimentación sensorial.
María Montessori (Italia, 1870-1952) estudió ingeniería, pedagogía, psicología, psiquiatría, filosofía, antropología y biología. Era un auténtico prodigio y gran mujer, adelantada para la época que le tocó vivir, donde tuvo que luchar ante grandes obstáculos para poder estudiar y trabajar. Recordemos esa época: un profundo machismo que impedía a las mujeres trabajar, guerras, hambre, etc. De hecho os recomiendo que si os interesa su vida, busquéis sus libros o bien veáis la película “Una vida dedicada a los niños”, disponible en Youtube. 
María Montessori empezó trabajando con niños con NEE (Necesidades Educativas Especiales) que en aquella época se les “desahuciaba” como estudiantes y estaban internados en “manicomios”. Ella demostró con su método, que el potencial de estos niños a los que en aquella época recibían la categorización médica de “idiotas”, iba mucho más allá. Imaginad su esfuerzo y dedicación, ya que llegó a conseguir que pasaran las pruebas estandarizadas de 6º de Primaria de aquella época. 
Por tanto, la filosofía Montessori va mucho más allá de un método educativo, por eso muchos padres hemos encontrado al integrar este método dentro de nuestra educación en casa, que se producen cambios profundos en nuestro estilo de crianza, ya que la mirada hacia el niñ@ se transforma por completo.

Los tres puntos clave de la Filosofía Montessori
La observación del niño y sus periodos sensibles
1. El niño 
Al niño se le observa desde un punto holístico, integral. Se confía en el él, se le da la oportunidad de aprender a su propio ritmo y en base a sus intereses. Se le permite el error, ya que a través de él aprende. El error es positivo. 
Mente absorbente 
Un concepto muy importante es el de Mente absorbente. María Montessori ya dedujo a través de su observación que los niños adquieren la mayor parte de estos conocimientos sin grandes esfuerzos y sin que se les enseñe de una forma “autoritaria o instructiva”. Aprenden jugando, observando, sintiendo… VIVIENDO.
Hoy sabemos que con esto se refería a lo que hoy la neurociencia ha demostrado y se conoce como plasticidad cerebral en la infancia. El cerebro infantil, especialmente de los 0-6 años, asimila toda la información que recibe, de forma continua e indiscriminada, sin esfuerzos y sin pausas. Un modo de aprendizaje es muy distinto al que empleamos los adultos.  
"Nosotros somos recipientes; las impresiones se vierten en nosotros, y nosotros las recordamos y las tratamos en nuestra mente, pero somos distintos de nuestras impresiones, como el agua es distinta del vaso. El niño experimenta en cambio una transformación: las impresiones no sólo penetran en su mente, sino que la forman. Éstas se encarnan en él. El niño crea su propia «carne mental», utilizando las cosas que se hallan en el ambiente. A este tipo de mente la hemos llamado Mente Absorbente". María Montessori
Los períodos sensibles
Otro concepto clave en el aprendizaje del niño son los Períodos sensibles. Éste es el nombre que la Dra. Montessori puso a los períodos de la edad en que el niño demuestra capacidades inusuales en adquirir habilidades particulares, atrayendo un interés enorme hacia él. Por ejemplo: cuando aprende a subir y bajar escalones y no para de hacerlo, cuando se produce la explosión del lenguaje y es una verborrea continua, cuando todo lo que tiene a su alcance lo ordena en filas, etc.
Son momentos en los que comienzan a mostrar un gran interés en ciertas actividades, de manera natural y espontánea. Lo hacen porque, exactamente en ese instante, su cerebro se encuentra en el punto exacto para adquirir las habilidades relacionadas con esas tareas, en un corto espacio de tiempo.
Por tanto, es muy importante como padres o educadores, observar en qué periodo de sensibilización está el niño, ya que durante ese periodo la sensibilidad responde en especial a ciertos aprendizajes.
Así, los períodos sensibles:
1. Son transitorios e irrepetibles. Tienen un tiempo específico para manifestarse, suceden una vez en la vida. Si el ambiente es pobre de estímulos, desaparecerá el período y el niño no habrá podido aprovechar su potencial. Son ventanas de oportunidad que no debemos desaprovechar. 
2. Son universales: los logran todos los niños independientemente de su origen y su cultura. Todos pasan por ellos de una forma aproximada.
3. Son inconscientes. Trabajan en la mente del niño mucho antes de que veamos evidencia externa de la actividad. Los niños aprenden de forma muy sencilla, sin que les cueste trabajo.
Existen varias clasificaciones de los períodos sensibles, pero una de las más conocidas es la siguiente:
  • Refinamiento de los sentidos
  • Refinamiento del movimiento
  • Orden
  • Lenguaje

Sin embargo, lo más importante como padres, no es tanto estar pendiente a la clasificación, sino observar las señales que nos da el niño sobre sus intereses en cada etapa para poder acompañarle y estimularle.

2. El ambiente preparado
Un ambiente especialmente preparado ayudará a que los niños y niñas tengan muchas oportunidades de aprender.
Muchas escuelas ya están adaptando pequeños cambios en los ambientes que van en esta dirección. Como los famosos “rincones” en Educación Infantil. Otras escuelas están homologadas como Escuelas Montessori, pero son las mínimas, y normalmente privadas y a precios poco asequibles.
Pero este ambiente se puede aplicar tanto en la escuela como en casa. La idea es preparar un espacio lo más atractivo posible para el niño y así aprovechar todo su potencial. 
Los materiales Montessori (tengo que confesar que soy Fan absoluta) son una ingeniería perfecta. Tras esa sencillez y belleza que poseen, hay un desarrollo pedagógico con un fin muy concreto. 
Podemos clasificarlos en tres tipos:
Materiales sensoriales: ayudan al niño a integrar el aprendizaje recibido a través de los sentidos: color, temperatura, sabor, tamaño, peso, sonido. 
Materiales de la vida práctica: son materiales en su tamaño infantil, pero herramientas reales que reflejan el trabajo que se hace en la casa o en la sociedad (barrer, poner la mesa, arreglar las flores, bricolaje…). Permite al niño imitar las actividades de los adultos que les rodean. Ya que no olvidamos que también aprenden una gran parte observándonos a nosotros. 
Materiales para actividades académicas: cuando el niño tenga unos cimientos sólidos en relación a sus sentidos y el dominio de la vida práctica, ya estará preparado para concentrarse en otras áreas académicas como la lectura, escritura, matemáticas, etc.  De nuevo, nuestro modelo es esencial y que despertemos su interés y curiosidad con nuestra lectura y otras áreas despertará su curiosidad. 
Materiales de la naturaleza: Según María Montessori, “ninguna descripción, ninguna ilustración de cualquier libro puede sustituir a la contemplación de los árboles reales y de toda la vida que los rodea en un bosque real”. Por ello, despertar en ellos el interés en la naturaleza es vital, ya que les ayudará a promover el respeto, la libertad, la responsabilidad, la creatividad…
Pero más allá de los materiales, lo importante es la filosofía que hay detrás de ellos.  Es imprescindible permitir la autonomía e independencia del niño, de ahí la importancia de que los materiales sean de tamaño infantil, estén a su altura, visibles y de fácil acceso, para no depender del adulto para jugar y experimentar.

3. El adulto como guía 
El adulto deja de ser un instructor para para ser un guía, un acompañante en su proceso. Pero eso no significa que se le deja hacer lo que quiera, todo lo contrario, se establecen unos límites y una autodisciplina, pero siempre desde el profundo respeto. 
Es por tanto vital, transformar nuestra mirada hacia el niño. Como padres, hay que seguir al niño. Observar sus intereses y estimularle en base a ello (Períodos Sensibles). Buscamos que el niño desarrolle su potencial desde bien pequeño fomentando su autonomía, independencia, iniciativa, voluntad y autodisciplina. 
Observa a tu hijo. Transforma la mirada evitando el juicio, sólo observa y comprende. 
A través de la observación se obtienen muchas respuestas: se identifican los intereses del niño, los periodos sensibles, sus necesidades, dificultades e incluso su estado emocional.
Evita las etiquetas. Recordad el efecto Pigmalion del que os hablaba en uno de mis posts. 
Fomenta su autonomía “Ayúdame a hacerlo por mí mismo” (M. Montessori).
Organiza la casa teniendo en cuenta los “periodos sensibles”. Cuando se le proporciona los medios para aprender durante estos periodos sensibles, tienen la posibilidad de adquirir estas habilidades sin apenas esfuerzo. Recuerda que todo esté a su alcance, que participe con vosotros, no tratándole continuamente como “un niño pequeño que no puede, sino como una pequeña personita que puede participar en muchas más cosas de lo que creemos”. De esta forma educaremos niños responsables, sensible y autónomos, forjando así sus cimientos para su vida futura.


jueves, 23 de julio de 2020

La somatización de las emociones. Cuando el cuerpo tiene que hacer lo que nosotros no hacemos por él



Definición
Cada vez se conoce más la idea de que mente y cuerpo son uno. Ya ha quedado muy lejos el pensamiento dualista que afirmaba que mente y cuerpo eran dos cosas absolutamente distintas y que nada tenían que ver. El filósofo Hipócrates fue uno de los primeros en demostrar que muchas enfermedades no tenían una base orgánica.
De hecho, la somatización es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo para poder sacar fuera aquello que ha quedado reprimido y bloqueado.
Las emociones son vitales en nuestra vida. Y no debemos descuidarlas, ya que ellas están claramente conectadas con nuestro cuerpo: segregamos hormonas y neurotransmisores que tienen un efecto muy claro en nuestro organismo.
Un ejemplo muy claro es el estrés prolongado: “Cuando experimentamos una situación estresante, nuestro cuerpo no distingue si el estímulo que la provoca es un peligro inminente (un león que nos persigue) o un peligro mental (no llegar a tiempo a entregar un pedido a un cliente importante). Por tanto, los mecanismos que se pondrán en marcha serán los mismos: aumento de cortisol, sudoración, contracción muscular, etc. Si la situación es puntual, el cuerpo vuelve a su equilibrio y no hay un impacto negativo. Pero si la situación es continuada en el tiempo, el desequilibrio hormonal nos pasa factura.

La dificultad del diagnóstico y la incomprensión
Es muy habitual que pasen por muchos especialistas y diagnósticos erróneos hasta que un especialista identifica el origen del auténtico problema. A parte de todo ello, muchas veces tienen que lidiar con frases de total incomprensión por parte de los más cercanos: “Esto te lo provocas tú dándole tantas vueltas”, “Si tuvieras más trabajo no tendrías tiempo para pensar y no te dolería nada” y un largo étcera de incomprensión a su alrededor.
La persona que ha llegado a un proceso de somatización sufre realmente. Su malestar es auténtico, se explique o no por una causa médica. Además, los estudios neurológicos cada vez demuestran de forma más contundente que las áreas del cerebro que se activan cuando sufrimos un dolor físico, son las mismas que se activan con un dolor emocional.

El origen de las somatizaciones
La realidad es que nuestro cuerpo es como una esponja que absorbe todo aquello que nos pasa. Y es gracias a este mecanismo que muchas veces nos damos cuenta de que algo no está funcionando bien en nosotros o nuestra vida.
Cuando se da el proceso de somatización, la persona se ha quedado en su interior algo que tendría que salir hacia el exterior. Suele pasar sobre todo con la rabia, que no se saca hacia fuera. Se observa especialmente en personas obsesivas, que dan vueltas y vueltas a la misma idea sin sacarla hacia el exterior.
Es muy frecuente que estas personas se hagan suyos los problemas y acaben somatizando. Como creen que no pueden sacar la rabia hacia la persona que la ha provocado (por ejemplo un jefe) o a canalizarla de una forma sana (haciendo deporte, gritando con una almohada en la boca, etc.) somatizan síntomas (dolor de cabeza, de estómago, tensión en los hombros…).
Otra forma de somatizar tiene que ver con la retención de la expresión emocional. Está muy presente este tipo de somatización en personas con dificultades para mostrar sus sentimientos (especialmente aquellos como la tristeza o la ternura, que culturalmente han sido catalogados como signo de debilidad; sobre todo para los hombres). En este caso, si la persona no expresa la emoción obliga a su cuerpo a retener el movimiento corporal que acompaña lo emoción correspondiente y esta energía puede quedarse bloqueada en los músculos en forma de lo que llamamos “corazas musculares”.
Afortunadamente, la sabiduría de nuestro cuerpo hace aquello que muchas veces nosotros no hacemos por él, poniendo en evidencia toda aquella energía reprimida que tiene que ser canalizada, llegando así al equilibrio.

Reflexión final
En muchas ocasiones, la persona llega a la consulta del psicólogo o del médico a causa de contracturas musculares que no tienen explicación médica, a causa de un dolor de cabeza o de estómago sin causa orgánica… En estos casos, la persona no ha prestado suficiente atención a su estado psicológico y finalmente ha sido el cuerpo quien lo ha puesto en sobre aviso de que algo está pasando.
En resumen, no tenemos que dejar de lado ni nuestro cuerpo ni nuestras emociones. Tenemos que hacer de ellos nuestros aliados, puesto que si no los cuidamos y no les prestamos la suficiente atención acabarán reclamando a gritos que les hagamos caso.
Más allá de somatizar ciertas emociones, a veces la situación va más allá y aparece un Trastorno por Somatización, mucho más complejo, pero menos frecuente.
En el Trastorno de Somatización, los problemas de salud pueden asumir un papel central en la vida de la persona y pueden acabar convirtiéndose en un rasgo de su identidad y finalmente dominar sus relaciones, su trabajo, su vida…  

Algunas pautas para solucionarlo
  • Escucha tu cuerpo: presta atención a cómo respondes a las situaciones.
  • Atiende tus emociones: tener conciencia de qué siento en cada momento nos puede ayudar a responder mejor.
  • Planificación realista d nuestro tiempo.
  • Autocuidado, autocuidado y autocuidado.
  • Otras técnicas: ejercicio físico, yoga, meditación, Pilates...
  • Solicita ayuda psicológica cuando la situación te provoque malestar a ti o a tu entorno más cercano.